Hoy 22 de marzo del 2024, se cumplieron 100 años del asesinato de los mártires de Progreso, por esa razón la logia Francisco Morales Golléz número 13 llevó, a cabo una ceremonia luctuosa para conmemorar la efeméride.
Esta inició con una guardia de honor en el cementerio municipal que llevaron a cabo los integrantes de la agrupación, en la tumba donde descansan los restos mortales de Francisco Morales.
Posteriormente, se dirigieron al monumento a los “Mártires de Progreso” ubicado en la calle 31 por 98 en donde se llevó a cabo una pequeña ceremonia en esta el Venerable Maestro Alfonso Herrera Torices emitió un emotivo mensaje en la cual señalan que la logia Francisco Morales hoy está más fuerte y viva que nunca y como el ave fénix está resurgiendo de sus cenizas y fortaleciéndose día a día a pesar de todas las situaciones que está atravesando.
Por su parte el masón Rodrigo Mena Aguilar, leyó un discurso en el cual Dio datos históricos concretos y muy precisos sobre lo que sucedió aquella fatídica fecha en la que cuatro valientes hombres, fueron privados de la vida por defender la causa de los trabajadores tres de ellos y uno por simpatizar con su causa y avisarles de lo que se pretendía hacer en su contra, al finalizar con su disertación, se efectuó una ofrenda floral.
Finalizada la ceremonia en este sitio, la comitiva se dirigió al centro de la ciudad en donde se encuentra el busto de Francisco Morales Gollez y ahí efectuaron una guardia de honor en donde también efectuaron una ofrenda floral, se tomaron la fotografía y se comentaron los pormenores del suceso dándose por concluida la ceremonia que llevó a cabo esta logia masónica que en honor del líder sindical asesinado en 1924 lleva su nombre.
Cabe citar que al emitir su discurso Rodrigo Mena Aguilar señalo: En un día como hoy, el sábado 22 de marzo de 1924, en los pinos del entonces cementerio municipal de Progreso, cuatro progreseños que luchaban por los derechos de los trabajadores portuarios y la justicia social fueron ahorcados por órdenes del tristemente célebre capitán Fermín González.
Señalo los Mártires de Progreso fueron: Francisco Morales Gollez, originario de Islas Canarias, España; trabajaba en una casa consignataria de buques, fue socio fundador de la liga de empleados “Benito Juárez”, a la que se le puso su nombre después de su muerte y ya no existe. Luego, a una antigua logia masónica de la que fue parte la denominaron “Francisco Morales G”.
Piedad Luna fue un modesto trabajador, líder del movimiento sindicalista y socio fundador de la Sociedad de Trabajadores Terrestres “José María Pino Suárez”, que después en su memoria se llamó “Piedad Luna”. Tampoco existe.
Cecilio Pérez fue integrante de Plataformeros de Progreso y uno de los trabajadores que protestaron por los atropellos que sufrían sus compañeros.
Luis Zavala fue policía municipal y se identificaba con los obreros sindicalizados. No figuraba entre los elegidos por Fermín González, pero, enterado de los planes del militar, alertó a líderes sindicales y pagó con su vida ese acto de valentía.
Explicó que estos fueron ahorcados por vivir la causa del trabajador ultrajado en sus organizaciones y en sus personas, ellos en forma viril elevaron sus protestas, pero fueron acallados por las bayonetas”.Principio del formulario
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Cuando asesinaron a los cuatro progreseños se iniciaba la época del sindicalismo en el puerto y Fermín González, cumpliendo las órdenes de los enemigos de los sindicatos, desde las 6 a.m. se instalaba en la entrada del muelle y elegía a quienes laborarían en la carga y descarga de barcos, quienes tenían que darle dinero, lo que denunciaron sus víctimas.
Este crimen sembró el terror en los 11,500 habitantes que en aquel año vivían en el principal puerto de Yucatán este hecho dio paso a que Progreso se convierta en cuna del sindicalismo,
ese pasaje trágico de la historia de la ciudad ocurrió 53 años después que Juan Miguel Castro y Martín fundó el puerto el 1 de julio de 1871.
Este episodio quedó grabado en la historia de Progreso y marcó una época en la que tomaron más fuerza los sindicatos que agruparon a trabajadores que laboraban en la carga y descarga de los barcos de cabotaje y altura.
En el terreno que ocupó el antiguo cementerio de Progreso se construyó la capilla de Guadalupe, en la avenida 31 con 98 de la colonia Juan Montalvo, en el poniente de la ciudad de Progreso.
El antecedente del asesinato de los cuatro porteños data de los primeros días de 1923, cuando Adolfo de la Huerta, colaborador del entonces presidente y general Álvaro Obregón, con el apoyo del abogado Jorge Prieto Laurence y de un grupo de militares, se lanzó a la aventura para ocupar la Presidencia de México, causando la intranquilidad en muchos hogares mexicanos La asonada delahuertista invadió varios estados.
En Yucatán llegó por la deslealtad de los coroneles Juan Ricárdez Broca (quien fue gobernador de 1923 a 1924) y Hermenegildo Rodríguez, quienes habían protestado lealtad al gobernador Felipe Carrillo Puerto.
Cuando la rebelión estalló en Veracruz en diciembre de 1923, los militares de Yucatán se rebelaron y Carrillo Puerto trató de huir a Cuba. Ricárdez y Rodríguez ordenaron capturarlo, lo que se hizo en la isla de Holbox, y fusilarlo, el 3 de enero de 1924 en el Cementerio General de Mérida.
Tras el fusilamiento de Carrillo Puerto y sus colaboradores, las persecuciones llegaron a Progreso.
Los directivos de la Liga “Francisco I. Madero”, como Guillermo Romero Marrufo y Eduardo Máudegui, fueron encarcelados en la Penitenciaría Juárez el 20 de marzo de 1924.
Los ataques a los directivos de los incipientes sindicatos de esa época fueron ordenados por el capitán Fermín González, jefe del destacamento militar en Progreso.
Antes de la cuádruple ejecución se le consideraba respetuoso, pero después se le tildó de sanguinario, pues desconoció a quienes lo ayudaron cuando más lo necesitaba, entre ellos el entonces alcalde, Guillermo Martín Kelly; Julián Bobadilla, presidente de la Liga “Francisco I. Madero”, y el diputado local Rodulfo Izquierdo.
Fermín González, con tal de lucirse ante sus superiores como elemento útil y atemorizar a los habitantes de Progreso, eligió el sábado 22 de marzo de 1924, considerado ese año como el día más triste desde la fundación de la ciudad.